jueves, 1 de diciembre de 2011

Pulsión y las fases de la libido


Dentro del psicoanálisis se utiliza el término de pulsión para el estudio del comportamiento humano. Los instintos tienden a una finalidad predominante biológica (el eco de lo biológico), mientras que la relación entre la pulsión y el objeto que la promueve es extremadamente variable.

La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión) y cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión.

Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de la vida y la pulsión de la muerte. El impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo que habitualmente se considera como sexualidad, al tiempo que introduce la diferenciación entre sexualidad y genitalidad: si todo lo genital es sexual, no todo lo sexual es genital. La libido es la energía que pone en marcha la pulsión sexual, y puede presentar diferentes alternativas según esté dirigido a los objetos (libido objetal) o bien se dirija al propio Yo (libido narcista).

El psicoanálisis establece una serie de fases a través de las cuales se verifica el desarrollo del sujeto, fases que obligatoriamente deben atravesar.

Fase oral: comprende los primeros meses de vida. Está relacionada con el placer del bebé en el momento de la alimentación. La satisfacción ligada en un primer momento al acto de comer, adquirirá pronto autonomía, como en el caso del chupeteo, es el prototipo inicial de toda satisfacción.
En esta fase se ubica una sub-fase denominada sádico oral/canibalística, que coincide con la aparición de los dientes, ligada al acto de morder. Da lugar al concepto de ambivalencia (relación amor-odio respecto a un mismo objeto).

Fase anal: supremacía del ano. El ano se constituye en la zona erógena por excelencia. En esta fase aparece la polaridad actividad-pasividad, asociada a la capacidad de controlar los esfínteres.
Esta fase se divide en:
Fase anal primaria/expulsiva: placer de la expulsión de los restos
Fase anal secundaria/retentiva: control de los esfínteres.

Fase fálica: esta etapa se relaciona con los genitales. Se produce en la infancia, cuando los chicos se desnudan o con la fricción de los genitales. En cambio la organización enital se produce en la pubertad, cuando las mujeres tienen su periodo y los hombres tienen sueños eróticos.

Sueño

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El sueño es una sustitución deformada de un suceso inconciente, o sea una expresión de los deseos inconcientes.


 Hay elementos que forman los sueños:

Contenido latente: es la verdadera experiencia (deseos, vivencias) que motiva el sueño y que intentan llegar al consciente

Contenido manifiesto: es aquello que contamos, imágenes del sueño tal como se las recuerda al despertar

La represión utiliza en los sueños el mecanismo de condensación y de desplazamiento.

Condensación: varios personajes o elementos del contenido latente se unen apareciendo en el contenido manifiesto como una sola persona, pero con características condensadas de cada una de ellas.

Desplazamiento: proceso más importante de la deformación del sueño, consiste en que una imagen del contenido manifiesto está sustituyendo a otra del contenido latente.

Técnica de asociación libre


La asociación libre es un método constitutivo de la técnica psicoanalítica, según el cual el paciente debe expresar, durante la cura, todo lo que se le ocurre sin ninguna discriminación, más allá que le parezca inadecuado o inapropiado.

El método de la asociación libre le fue sugerido a Sigmund Freud en 1892 durante un tratamiento en el que una paciente (Emmy von N.) le pidió expresamente que cesara de intervenir en el curso de sus pensamientos y que la dejara hablar libremente.

Poco a poco, y hasta 1898, cuando se lo adoptó definitivamente, este método fue sustituyendo al antiguo método catártico y se convirtió desde entonces en la regla fundamental de la cura psicoanalítica: el medio privilegiado de investigación del inconsciente. A esto se le suma otros conceptos de la clínica a los cuales debe responder el analista.

El paciente puede expresar todos sus pensamientos, ideas, imágenes, emociones, tal como se le presentan, sin selección, sin restricción, aunque el material le parezca incoherente, impúdico, impertinente o desprovisto de interés. Estas asociaciones pueden ser inducidas por una palabra, un elemento de un sueño o cualquier otro objeto de pensamiento espontáneo. La observancia de esta regla contribuye a que afloren las representaciones inconscientes y actualiza los mecanismos de resistencia (Freud habló de resistencia al psicoanálisis para designar una actitud de oposición a sus descubrimientos, por cuanto éstos revelaban los deseos inconscientes e infligían al hombre una "vejación psicológica").


Conferencia n° 3

Tras haber renunciado al hipnotismo, Freud comenta que pocas veces podía conseguir que se presentase el elemento olvidado. A lo contrario solía aparecer varios elementos, ocurrencias, que carecían de conexión con lo que se estaba buscando, por ende los mismos pacientes las consideraban falsas y las rechazaban.

Freud describe que en los enfermos sometidos al tratamiento actuaban dos fuerzas contrarias: por un lado, su aspiración por traer a la conciencia los elementos olvidados que existían en lo inconciente, mientras que por otro, la resistencia que ya conocemos y que luchaba para impedir que lo reprimido o sus productos se hiciesen concientes.  Cuando esta resistencia era poca o nula, lo olvidado se hacia conciente sin desfiguración, por lo contrario cuanto mayor era dicha resistencia más grande iba a ser la desfiguración por su negatividad de hacer conciente lo olvidado. De esta forma la ocurrencia del enfermo, que se presentaba en lugar de lo buscado, nace como un síntoma; una nueva formación sustitutiva de lo reprimido y menos similar a ello cuanto mayor fuese la desfiguración que bajo la influencia de la resistencia hubiese experimentado. Se destaca que esta ocurrencia debía ser, con respecto al elemento reprimido, algo como una alusión (como una expresión del mismo en lenguaje indirecto).

Al aplicar el tratamiento, en búsqueda de un complejo reprimido, se inicia con un enfermo desde lo último que recuerda, dando la posibilidad de corregirlo siempre que ponga a disposición un número suficiente de sus ocurrencias libres. Por ende hay que dejar hablar al paciente, que diga lo que quiera siendo así el único camino para encontrar el complejo buscado. Al aplicar esta técnica puede suceder que el enfermo se interrumpa o no sepa que decir. Esto sucede debido a que el paciente se encuentra bajo la influencia de la resistencia, disfrazándose bajo la forma de diversos juicios críticos sobre el valor de la idea, reteniéndola o directamente rechazándola. Este material de ocurrencias, que el enfermo rechaza despreciativamente cuando se halla bajo la influencia de la resistencia y no bajo la del médico, constituye para el investigador psicoanalítico un valor importante, pudiéndose aplicar en ellos el experimento de asociación.

Freud destaca que la elaboración de ocurrencias que se dan cuando se somete al paciente a la regla psicoanalítica fundamental, no es el único de los recursos técnico para descubrir lo inconciente. También pueden interpretar en los chistes, sueños y en la apreciación de las acciones fallidas y casuales. Se expone en la conferencia que “la interpretación de los sueños es, en realidad, una de las mejores vías para llegar al conocimiento de lo inconsciente y la base más firme del psicoanálisis, constituyendo al mismo tiempo un campo de experimentación, en el que todos podemos penetrar y adquirir nuevas e interesantísimas ideas”. Las producciones que se realizan en los sueños muestran la máxima semejanza con la creación de las enfermedades mentales, y a su vez son conciliables con la salud plena de la vida despierta.

Resaltemos que cuando nos encontramos despiertos solemos tratar a los sueños de manera despreciable, olvidándolos de manera rápida, como hacen los pacientes con las ocurrencias que el psicoanalista le solicita. Esto sucede debido a la presencia de aspiraciones vergonzosas o absurdas que suelen aparecer en muchos sueños.

El psicólogo explica que ls sueños de niños de corta edad, desde un año y medio, son fáciles de comprender ya que se basan en el cumplimiento de deseos que el día anterior tuvieron pero no pudieron ser satisfechos. Para interpretarlo basta con saber las vivencias que el chico/a tuvo el día del sueño. Bueno, los sueños de los adultos son similares a los de los niños, cumplimiento de mociones de deseo nacidas el día del sueño; las dificultades que estorban su solución, pueden eliminarse paso a paso por medio de un análisis más penetrante de los mismos. Se destaca que los sueños de los adultos presentan, en general, un contenido confuso que no deja reconocer el más pequeño indicio de una realización de deseos, esto se debe a que estos han sufrido una deformación.


 Sigmund Freud


Freud cita: “hay que diferenciar el contenido manifiesto del sueño, tal y como se recuerda con extrema vaguedad por la mañana y se reviste penosamente y con aparente arbitrariedad de palabras, de las ideas latentes del sueño, que permanecen en lo inconsciente”. Esta deformación del sueño es el mismo proceso que se expuso en la investigación de la formación de los síntomas histéricos, dejando en claro que tanto en la formación de los sueños como en la de los síntomas actúa el mismo juego de fuerzas anímicas encontradas. Por ende el contenido manifiesto del sueño es el sustitutivo deformado de las ideas inconscientes del mismo, y esta deformación es obra de fuerzas defensivas del “yo”, resistencias que durante el estado de vigilia impiden por completo el acceso a la consciencia, a los deseos reprimidos de lo inconsciente, y que, debilitados cuando el sujeto duerme, conservan energía suficiente para obligar a dichos deseos a envolverse en un disfraz. De este modo resulta tan difícil para el sujeto reconocer el sentido de sus sueños como para el histérico la relación y el significado de sus síntomas.

Se establece que la técnica implicada en el análisis de los sueños, es idéntica a la psicoanalítica. Se desecha la supuesta conexión de los elementos en el sueño manifiesto y se reúnen todas las ocurrencias que, conforme a la regla psicoanalítica de libre asociación, vayan surgiendo ante cada uno de dichos elementos. Luego, por el examen del material reunido, se podrá inferir las ideas latentes del sueño, de igual manera que por las ocurrencias del enfermo ante sus síntomas y recuerdos se pudo adivinar sus ocultos complejos. En las ideas latentes del sueño así descubiertas puede verse siempre cuán justificado está igualar los sueños del adulto a los de los niños. Freud concluye con lo explicado que el sueño manifiesto, aquel que conocemos al despertar, no puede describirse más que como una realización disfrazada de deseos reprimidos.
  
 Por medio de una labor sintética puede llegarse también al conocimiento del proceso de deformación, que convierte las ideas inconscientes del sueño en el contenido manifiesto del mismo, proceso al que damos el nombre de elaboración del sueño.  

Sobre el proceso de deformación, en la conferencia se pasa a explicar que recibe el nombre de elaboración de sueño, explicando que ahí se logra convertir las ideas inconscientes del sueño en el contenido manifiesto del mismo, proceso en el que se podrá estudiar que insospechados procesos psíquicos son posibles entre dos sistemas psíquicos separados: la consciencia y lo inconsciente. Entre estos nuevos procesos psíquicos se destacan el de la condensación y el del desplazamiento.

Por último, con relación a los sueños, Freud manifiesta que en la vida onírica del hombre prolonga su existencia el niño, conservando bien sus peculiaridades y deseos, aunque no vayan a ser útiles en su vida adulta.
      
El tercer grupo de fenómenos anímicos son los actos fallidos de los hombres, tanto normales como nerviosos. A estos no se le acostumbran a dar la importancia que se merecen (por ejemplo  el olvido de cosas que podían saberse y que en realidad se saben en otros momentos). O sea no se suele buscar una determinación psicológica, considerenadolos algo cotidiano y resultados de un hecho de distracción.

Estos sucesos fallidos, destaca Freud, no se encuentran tan desprovistos de significación. Al contrario, comenta, son fáciles de interpretar si se examina en el contexto en que se dan. En ellos también surgen manifestaciones de impulsos e intenciones que deben ser sustraídos a la propia consciencia o que proceden de los mismos complejos y deseos que se fueron explicando en las conferencias anteriores, actuando como creadores de síntomas y de los sueños. Por ende se deben considerar a estos actos como síntomas, y pueden servir, al igual que los sueños y chistes, para descubrir elementos ocultos de la vida anímica.

En conclusión, la tercera conferencia, Freud comenta las maneras que se pueden descubrir lo escondido, o sea lo reprimido de la vida anímica. Ellos son: el estudio de las convocadas ocurrencias del paciente en la asociación libre, de sus sueños y de sus acciones fallidas y sintomáticas. Utilizando el método de indagación y tratamiento terapéutico se podrá encontrar aquello que se ubica en el inconciente, para poder llevarlo al conciente y así poder conseguir con éxito la cura del paciente.